Programa diseñado para ocultar objetos como procesos, archivos o entradas del Registro de Windows (incluyendo los suyos propios). Este tipo de software es utilizado para esconder evidencias y utilidades en sistemas previamente comprometidos.
Un rootkit se usa habitualmente para esconder algunas aplicaciones que podrían actuar en el sistema atacado. Suelen incluir backdoors (puertas traseras) para ayudar al intruso a acceder fácilmente al sistema una vez que se ha conseguido entrar por primera vez. Por ejemplo, el rootkit puede esconder una aplicación que lance una consola cada vez que el atacante se conecte al sistema a través de un determinado puerto.
Los rootkits del kernel o núcleo pueden contener funcionalidades similares. Un backdoor puede permitir también que los procesos lanzados por un usuario sin privilegios de administrador ejecuten algunas funcionalidades reservadas únicamente al superusuario. Todo tipo de herramientas útiles para obtener información de forma ilícita pueden ser ocultadas mediante rootkits.
Los rootkits se utilizan también para usar el sistema atacado como base de operaciones, es decir, usarlo a su vez para lanzar ataques contra otros equipos. De este modo puede parecer que es el sistema infiltrado el que lanza los ataques y no el intruso externo. Este tipo de ataques podrían ser de denegación de servicio (DoS), ataques mediante IRC o mediante correo electrónico (spam).